sábado, 29 de noviembre de 2008

Emily Dickinson

Tiene la Hierba tan poco que hacer-
Una Esfera de sencillo Verde-
Con sólo Mariposas que criar
Y Abejas que atender-

Y balancearse todo el día con hermosas Canciones
Que las Brisas acercan-
Y sostener la Luz del Sol en su regazo
Y ante todas las cosas inclinarse-

Y pasarse la noche enhebrando Rocíos, como Perlas-
Y ponerse tan guapa
Que una Duquesa fuera demasiado corriente
Para una tal notoriedad-

E incluso cuando muere- irse
En Odores divinos-
Como Humildes especias, que se tienden-
O Nardos, marchitándose-

Y después, en Soberanos Silos habitar-
Y soñar con los días ya lejanos.
Tiene la Hierba tan poco que hacer
Me encantaría ser una brizna de Heno.
Emily Dickinson
Éste es el poema, ahora ya podemos empezar a comentar.

10 comentarios:

Arantxa dijo...

El verso que más me gusta es el primero de la tercera estrofa. La imagen no sólo es bonita, es sugerente. En realidad, todo el poema habla de la belleza de las cosas que uno, en este caso la hierba, puede hacer. Pero esa belleza, da la impresión (¿o no?) de que reside precisamente en el hecho de que uno hace las cosas que tiene que hacer. ¿Qué creéis?

Isabel dijo...

Pues no sabría deciros, fijaos que yo habia pensado lo contrario, que la belleza estaba, precisamente, en hacer las cosas sin tener razón alguna. En todo caso, mi impresión es que todo lo que el poema describe estaba antes de que a la brizna de heno se le ocurriese sumarse a la fiesta y por lo tanto antes de su entrada en escena puede que la belleza existiera y puede, también, que no fuera necesario hacer o dejar de hacer.
Tengo que reconocerlo, me cae gorda esa brizna de heno.

Arantxa dijo...

Cómo puedes decir eso. La brizna de heno es la culminación del poema. Todo lo de antes lo hace la hierba, en general, pero al final la autora elige condensarlo todo en una brizna de heno. Una brizna es tan poco..., es menos que la hierba.
Las primeras estrofas hablan de la belleza que es capaz de crear la naturaleza, identificada con la hierba. Es la autora la que describe, explica, la que mira todo eso, lo vemos desde sus ojos. Al final, la autora expresa un deseo, el deseo no de identificarse con lo que ha visto, sino de ser lo que ha visto.

Isabel dijo...

Asi que al final esa brizna insignificante cobra protagonismo por la belleza que la rodea y porque doña Emily decide querer ser ella, una simple espectadora de la belleza que la rodea. Hay algo pasivo y resignado que me resulta incomodo.

Arantza dijo...

Para mí el poema es una fiesta: la de la mirada que descubre vida donde antes no la veía. Hierba, heno: nada, o mercancía, o pasto, y de repente, ingeniería y belleza, labor activa y paciencia (y sabiduría para saber cuándo toca enhebrar y cuándo danzar al ritmo de la brisa). En ese dejarse hacer, en esa aceptación yo no veo resignación, sino fuerza y sabiduría: la de quien sabe cuál es su lugar y lo habita plenamente

Arantxa dijo...

Estoy más cerca de la percepción de Arantza que de la de Isa. Para mí es un poema gozoso. Y también plácido. Gozoso porque siento plenitud en toda la descripción de belleza que hace. Placidez porque, como Arantza, me parece que el poema destila la plenitud que siente el que hace lo que tiene que hacer.
¿Y qué pensáis de una posible exaltación de la falta de conciencia como vía para llegar a la paz interior?

Arantza dijo...

Falta de conciencia para llegar a la paz interior… No lo sé. Lo que percibimos en lo no humano es falta de conciencia, por eso parece tan fácil ser hierba ("tiene la hierba tan poco que hacer", aunque luego no para). A mí me parece que la paz que expresa la poeta es la de quien está en su lugar. Y como la desubicación es tan humana y hace sufrir tanto, le parecerá que habitar el propio espacio tiene que ser el colmo de la plenitud. La conciencia podría ser, entonces, una cierta enemiga de la paz, y la contemplación de la hierba un sedante para quien busca. ¿Qué os parece?

Arantxa dijo...

Vale. De acuerdo. Emily añora, si se puede usar este verbo, ser como un briza de heno porque querría no tener conciencia y, sin embargo, hacer todo eso que se supone que debe hacer, estar siempre allí donde se supone que es su lugar. Por qué no. Siendo así, daría lo mismo que uno tuviera o no razón para hacer lo que hace; la razón sería simplemente el existir. Uno está, así que hace aquello para lo que fue creado.
Es posible que Emily sufriera de un exceso de autoconciencia. Es posible que creyera que dejarse ser lo que era fuera la solución. También creo que lo veía como una mera fantasía: "cómo me gustaría ser..."

Isabel dijo...

Así que al final no tener conciencia puede llevarte a la felicidad, pues que queréis que os diga, estupendo, pero no me lo creo. Al final es esa conciencia la que te hace hacer lo que debes, todo lo demás es recorrer un camino que vete tu a saber quien ha trazado por ti. Pero incluso admitiendo que aun así se pudiera tener cierta capacidad de elección, ¿quien te va a decir donde estas? Admito la fantasía de anular la conciencia como un descanso, pero solo como eso, una ilusión, no para pasarte la vida así. Ya sé que no, pero ¿por que no ver todo el poema, a pesar de su belleza, como una critica?

Arantza dijo...

No creo que Emily quiera anular su conciencia. Me parece que ella canta a la brizna de hierba porque ve en ella la fiesta de la vida cumplida. Sobre la conciencia de la hierba nada podemos saber, sólo podemos suponer la ausencia de lo que experimentamos los humanos. Pero porque experimentamos y anhelamos, jugamos a imaginar en una brizna de hierba la plenitud que quisiéramos sentir en nuestras vidas. Así veo yo, al menos, el poema: placidez, reconocimiento de la plenitud en lo pequeño, abandono en lo contemplado, puede que algo de añoranza.